El papel de la familia en la rehabilitación de la adicción al juego

Autor: FEJAR. Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados.
En este artículo encontrarás cómo te puede afectar el juego patológico a ti como familiar y al resto de familiares. Todos/as y cada uno/a de nosotros/as ya tenemos experiencias de primera mano acerca de la familia. Para bien o para mal, pertenecemos a una familia que nos ha dejado una huella, ha contribuido a la formación y desarrollo de nuestra personalidad; somos lo que somos por las primeras relaciones entre el niño/a y sus padres, que nos marcan y conforman de determinada manera, aparte de otras influencias.
La familia ejerce una poderosa influencia en la vida de las personas, lo que le ocurre a un miembro, inmediatamente repercute en los demás miembros, y viceversa. Desde la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (FEJAR), queremos mostrar el papel tan importante que tiene la familia en la rehabilitación y cómo se actúa en nuestros centros.
¿CÓMO ACTUA LA FAMILIA FRENTE AL JUEGO PATOLÓGICO?
Cuando en una familia se observa un problema de juego patológico todo se derrumba. Ya nada se ve como antes, todo ha cambiado y la familia no entiende por qué. En ocasiones no tienen muy claro ¿Qué hacer?, ¿Dónde ir?, ¿Con quién hablar? En primer lugar, conocer en qué consiste la enfermedad puede facilitar la resolución de todas estas dudas y también poder manejar todas esas emociones.
Les habrá mentido, engañado, gastado todo el dinero, estafado… tienen que entenderse estas conductas como fruto de su enfermedad y que las consecuencias que han producido en usted: falta de autoestima, insomnio, estrés, perdida de la confianza en los demás… también pueden ser tratadas para mejorar, tanto su estado de ánimo, como del que les rodean (ej.: sus hijos/as). Decidir estar y participar o no en el tratamiento, es una elección propia, por supuesto, y va a depender del propio familiar, quien también necesita entender, ser cuidado y ser orientado, porque se le han producido unas heridas y por lo tanto hay que sanarlas.
A veces el dolor es tan grande que el familiar no se siente capaz de formar parte de ese tratamiento, insistir que es una elección propia, pero que, al igual que al paciente se le va a ayudar, al familiar se le va a asistir y proteger para conocer, detectar y entender todo lo que ha sucedido. No tenían por qué saberlo, pues nunca se había tenido experiencias anteriores con ella, la ludopatía. El jugador/a no es culpable de su enfermedad, como muchas otras surgen por el aprendizaje de determinadas conductas inadecuadas, pero sí es responsable de su rehabilitación. Que un familiar suyo permanezca e intervenga en su proceso rehabilitador puede beneficiarlo mucho, pero no lo va a determinar. Del afectado/a va a depender su propia recuperación, pero si se mantiene la convivencia, si se tienen hijos comunes, bienes, relaciones y amistades comunes…, es muy adecuado que esta familia tenga un contacto con profesionales y las asociaciones especializadas integradas en FEJAR, ya que le van a ayudar a blindarse ante la enfermedad y por lo tanto a protegerse de sus consecuencias.
INTERVENCIÓN FAMILIAR DESDE LAS ENTIDADES DE FEJAR
Con relación a la intervención familiar que se ofrece desde las asociaciones y centros de tratamiento integrados en FEJAR, se pueden diferenciar tres aspectos importantes:
1. Información, orientación y apoyo: La información sobre la enfermedad es muy relevante a la hora de solucionar las principales dudas sobre esta, además durante el tratamiento profesionales y otros/as afectados/as por la ludopatía ayudarán a las familias a manejar las emociones por las que están pasando ya que ellos han pasado por lo mismo y comprenden muy bien la enfermedad.
2. Desarrollo de nuevas estrategias: Durante el tratamiento las familias aprenderán estrategias de afrontamiento ante los problemas que sufren (sentimientos de culpa, falta de autoestima, problemas de sueño, otros trastornos psicológicos…); estrategias para favorecer la comunicación de forma positiva y estrategias de resolución de problemas. Por otra parte, el propio tratamiento modificará los hábitos de las familias haciéndolos más beneficiosos y se asesorará en la correcta distribución de roles familiares.
3. Modificaciones ambientales: Con respecto al entorno también podemos actuar, ya que se debe tener en cuenta que hay estímulos que incitan al juego, inclusive en el ambiente de la familia, durante el tratamiento se buscarán esos estímulos que eliminaremos/sustituiremos para que no causen problemas. Así, la familia puede ser una pieza clave para la adaptación y rehabilitación de uno de sus miembros. Se debe de comprender el tipo de dinámica familiar en la que está integrado cada afectado, así como sus relaciones, para identificar y responder a las necesidades de cada miembro, favoreciendo no sólo la recuperación del paciente, sino de todos sus integrantes.
DESESTRUCTURACIÓN FAMILIAR
Ante un problema de juego patológico, toda la familia sufre un cambio. Se generan nuevos roles y funciones familiares, los cuales pueden ocasionar una desestructuración familiar.
Una familia desestructurada es aquella que se encuentra en continuo conflicto, donde ya no hay comunicación entre sus miembros e incluso donde alguno/a de sus integrantes, pueden empezar a realizar tareas que no le corresponderían, los límites entre los miembros y con la sociedad no están claros, las relaciones son inexistentes o caóticas. En el caso del juego patológico, la problemática va más allá de la propia persona afectada, ocasionando dificultades también en el ámbito familiar, laboral y social. Varios/as autores/as coinciden en señalar que las personas allegadas al jugador/a patológico/a llegan a una ruina no sólo económica, sino también personal.
En la experiencia del tratamiento que se realiza en las asociaciones de FEJAR, se observa cómo es importante abordar la problemática no sólo de manera individual sino también a nivel familiar, puesto que todos los miembros están afectados. Las repercusiones familiares no son ajenas a las diferentes áreas alteradas que presentan las personas jugadoras: económica, social, médica, legal, entre otras. Todo esto puede generar una ruptura en el sistema familiar donde se pueden observar: cambios en la comunicación, dificultades económicas y ruptura de la cohesión familiar.
CAMBIOS EN LA COMUNICACIÓN
Se suceden peleas constantes entre la pareja por el silencio y la falta de conversaciones y de interés en los problemas diarios. La persona con problemas de juego patológico no puede decirlo y la familia no puede llegar a comunicarse con él/ella.
El problema de juego patológico va a comenzar en función de la cantidad de dinero y frecuencia invertida en el juego, así como el grado de interferencia que surge en las relaciones sociales, laborales y familiares de la persona implicada. Provocando una falta de comunicación familiar y social pasando a ser una voz de alarma mediante la que se detecta la enfermedad. La persona implicada en el juego deja de hablar, de relacionarse con los demás, sus horarios y preocupaciones van en torno al juego y cómo seguir jugando. Se resienten sus actividades sociales quedando prácticamente nulas y las relaciones familiares y de pareja son mínimas. Se puede mentir a sus familiares, a profesionales, amigos… para ocultar su grado de implicación en el juego, creando un clima de gran desconfianza.
Para muchos familiares, tras hablar con la persona jugadora y darse cuenta de todo lo que ha sucedido, se derrumban. La idea de familia ya no existe para ellos, no saben qué ha sucedido y qué va a pasar a partir de ahora, surgen los reproches, los malos comentarios, las palabras, los gritos… y principalmente la desconfianza.
Además, el/la familiar puede sentirse a su vez culpable de esta situación, de provocarle, de no saber comunicarse con él/ella, de no llegar a un entendimiento de pareja… en ocasiones existen reproches, los gritos constantes y faltas de respeto. Otras veces, surgen silencios, esquivarse continuamente y llegar a convivir como desconocidos.
CAMBIOS EN LA SITUACIÓN ECONÓMICA
Al crearse una nueva familia, la forma en la que la pareja se relaciona en torno a la administración del dinero dependerá de los patrones aprendidos a través de sus padres. Cuando se enfrentan formas muy dispares de concebir este asunto suele surgir el conflicto. En el caso de las personas con conductas de juego patológico, determinados expertos/as y autores señalan que han aprendido patrones de administración económica poco claros, en el Juego Patológico hay una búsqueda de dinero constante (ya sea por el placer de obtenerlo o por la recuperación del dinero perdido), que normalmente genera problemas económicos y discusiones frecuentes con familiares o la pareja sobre ello.
En la fase activa de la enfermedad, se pueden generar deudas cuantiosas, incumplimiento de pagos o empobrecimiento tanto económico, como social y familiar. En muchos casos son los familiares los que se hacen cargo de estas deudas, e incluso surge el sentimiento de culpa por no haberse dado cuenta. El/la ludópata se auto engaña pensando que si sigue jugando podrá recuperar el dinero perdido, pero generalmente se ocasionan deudas mucho más grandes. La aparición de estas deudas repentinas hace que muchas familias pasen de un estatus económico estable a encontrarse con problemas económicos y financieros graves.
Se generan mentiras en la familia, no se dice a qué se dedica el dinero o de dónde se consigue, simplemente lo hacen. Utilizan mecanismos de defensa ante lo que les está sucediendo y para ello pueden mentir, engañar y culpabilizar a los demás, por ocultar todas las deudas que están generando por el juego. Se producen incumplimientos de pagos tanto del dinero prestado como facturas comunes (agua, luz, hipoteca…) y sus familiares, que en muchos casos se hacen cargo de estas deudas, viven con el miedo de la mentira.
¿CÓMO SE SIENTE LA FAMILIA?
En ocasiones, cuando los familiares se enteran de la noticia pueden sufrir shock y cambios en su idea de vida, los cuales les pueden llevar a un periodo de estrés en los que no pueden procesar todo lo que les está pasando.
Tras la notificación de la ludopatía padecida por un miembro de la familia, ésta tiende a verse desbordada, no sabe muy bien qué hacer, donde acudir, cómo actuar,… lo mejor es ponerse en manos de profesionales, consultar en sus centros de salud de referencia, donde les derivarán a las unidades concretas de rehabilitación que le ayudarán a entender y tratar este tipo de enfermedad y a las asociaciones de afectados por ludopatía que ayudan y atienden a este colectivo, tanto a los propios enfermos como a familiares, en FEJAR existe una amplio recorrido y experiencia en el tratamiento por juego, así como en sus entidades integradas distribuidas por todo el territorio nacional.
CONCLUSIONES
Muchos familiares piensan que esto es un vicio, que no pueden más con estas mentiras, con todo lo que en este tiempo han hecho con ellos: numerosos engaños, robos, deudas con amigos y familiares… Es muy importante que la persona enferma acepte el problema, pero en un principio y en su mayoría, esto no es tan fácil de realizar. Por lo que el papel de familia es crucial para el inicio y mantenimiento del tratamiento.
Según distintas publicaciones y autores, en un primer momento de conocimiento de la enfermedad, la familia de la persona que juega (principalmente la pareja) puede encontrarse más afectada psicológica y físicamente que la propia persona con el trastorno. Esto puede ser debido a que la familia conoce y padece un problema del cual no había tenido anteriormente conciencia, mientras que la persona afectada se siente liberalizada al transmitir todo lo que le había estado pasando y había ocultado tras las mentiras. Así, en los primeros contactos terapéuticos el familiar suele observarse más preocupado por el proceso rehabilitador, mientras que la persona usuaria puede minimizar el alcance de su adicción al juego.
Uno de los primeros autores que hizo referencia al papel de la pareja del jugador fue Wexler (1981). El cual estableció varias etapas por las que pasa la mujer del jugador:
1. Fase de negación: la mujer se niega a reconocer el problema, creyendo que no hay ningún peligro y que es la continuación de lo que ha sido siempre.
2. Fase de estrés: acaba de darse cuenta de la gravedad del problema, pero sigue aceptando las justificaciones del jugador, sintiéndose incluso culpable por los actos efectuados por su esposo.
3. Fase de agotamiento: la pareja se vuelve exasperada, sufre insomnio, pérdida de apetito y consumo excesivo de medicamentos.
En muchas, por no decir en la mayoría de las ocasiones, las esposas de hombres con problemas de juego patológico muestran sentirse emocionalmente enfermas como resultado del problema con el juego que tiene su pareja. Suelen sufrir problemas de insomnio, trastornos en el hábito alimentario, compras compulsivas, etc. Por otra parte, se observan como problemáticas: la ira, resentimiento, depresión, soledad, culpabilidad por el problema, etc.
Además, en 2001 se llevó a cabo una investigación por parte de Crisp et. al. (2001), con 440 parejas de jugadores, donde se valoraba la existencia de alteraciones en ocho áreas concretas:
1. Situación económica
2. Empleo
3. Problemas interpersonales
4. Problemas intrapersonales (ansiedad, depresión, etc.)
5. Familia
6. Problemas legales
7. Síntomas físicos
8. Implicación en el juego por parte de la pareja
En relación con todas estas áreas se concluyó que se daban alteraciones en todas ellas, entre las que se destacaban: los problemas interpersonales, intrapersonales, familiares y económicos.
No obstante, conforme va evolucionando el proceso de rehabilitación y se van manifestando los cambios en la situación de la persona afectada, así como en las relaciones familiares, la comunicación y cohesión entre los miembros de la familia, van reduciéndose todas estas alteraciones emanadas de la adicción al juego de su familiar.
Bibligrafía, aquí.