La representación social del cannabis en España: una evolución en marcha
Autoría: Cristina López. Doctora en Comunicación. Técnico Comunicación Fad Juventud
La representación social del cannabis ha experimentado cambios significativos en todo el mundo en los últimos años, y España no es una excepción. En la construcción de esta representación, las y los jóvenes llevan la delantera, aunque, en general, a medida que se desvanecen los estigmas asociados con esta sustancia, la sociedad española ha comenzado a cuestionar las políticas y actitudes hacia el cannabis y el cambio en la representación está siendo significativo.
Los resultados del informe “Representación social del cannabis 2022. Evolución desde la mirada diferencial de la población joven”, realizado por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud con el apoyo de la Delegación de Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, muestran cómo la percepción social de la sustancia en España ha ido evolucionando gradualmente. La sociedad española ha pasado de ver el consumo de cannabis como un acto criminal a considerarlo una cuestión de salud pública y derechos individuales. La evidencia científica sobre los beneficios medicinales del cannabis, así como la experiencia de otros países que han adoptado políticas más liberales, han influido en esta transformación. También el aumento de información sobre la sustancia, como declaran las y los jóvenes. En 2022, de hecho, ha aumentado hasta el 47% (frente al 28% de 2016) el porcentaje que cree que dicha información es bastante o muy suficiente.
Según Eusebio Megías, psiquiatra y director técnico de la Fundación Fad Juventud entre 1995 y 2017 (cuando aún era Fundación de Ayuda contra la Drogadicción): “la evolución de la forma de ver y de vivenciar las drogas (por ejemplo, la decisiva sustitución del constructo droga por la visión particularizada de las distintas sustancias) se ha montado sustancialmente sobre los cambios que han ido produciéndose en la percepción colectiva del cannabis”. Por eso es tan relevante un estudio sobre la percepción social de esta sustancia, porque las visiones del mundo determinan también la manera en la que nos relacionamos con la propia realidad del consumo.
¿Cómo ha cambiado la percepción de la sustancia?
Como también indica Megías, desde la crisis de la heroína de los 80, que llega incluso a ser representativa de la imagen general de la España de esos años, se han producido cambios en las valoraciones, en las posturas y en las propuestas de futuro que se pueden resumir en tres sustantivos: modulación, contextualización y objetivación. En estos cincuenta años se ha modulado el tono en el que se habla del cannabis y también sobre otras drogas. Se ha pasado de un tono generalizado de alarma, de amenaza, de pánico moral a otro más crítico, consciente y sosegado, en el que se sigue señalando la necesidad de enfrentar los problemas derivados de los consumos, pero que permite contextualizar cada uso y abuso y objetivar los riesgos y los beneficios. Gracias a esta modulación, ahora existe una visión más benévola del uso del cannabis, pero no banalizadora.
Metiéndonos de lleno en los resultados del último estudio sobre el tema de Fad Juventud, centrado en jóvenes, la mejor expresión de las percepciones normalizadas de la sustancia se evidencia en que más de 7 de cada 10 chicos y chicas están de acuerdo (sumando acuerdos medios y altos en una escala de 0-10) con que el consumo frecuente de cannabis es menos perjudicial para la salud que el consumo frecuente de alcohol o de tabaco. Podría parecer que se ha dado la vuelta a la tortilla y que esto pueda redundar en una mayor frivolización, pero más de la mitad del colectivo (55,8%) cree que el riesgo general de consumir cannabis es bastante alto o muy alto, frente a aproximadamente un 32% que lo considera medio y un escaso 12% bajo o muy bajo.
Riesgos y beneficios del consumo de cannabis, según los jóvenes
Según los últimos datos de consumo en España entre población joven (ESTUDES, 2021), el cannabis es la droga ilegal más consumida: un 28,6% de estudiantes de 15 a 18 años lo ha consumido alguna vez; el 22,3% en el último año; y un 14,9% en el último mes. Si consultamos la encuesta EDADES, que analiza sobre intervalos de edad mayores, la prevalencia del consumo en el grupo de 15 a 24 años es parecida: el 22,6% de los jóvenes de esta edad consumieron cannabis en los últimos 12 meses (27,2% de los chicos y 17,8% de las chicas) y el 17,1% en los últimos 30 días (21,5% de los chicos y 12,5% de las chicas).
Entre quienes consumen, de forma ocasional (consumo experimental) o habitual los motivos o beneficios para hacerlo pasan por lo social o por la necesidad de bienestar individual. El consumo experimental va más vinculado a la diversión (40%), al grupo (25%) a la curiosidad (25,7%) y a la moda (15%) y el consumo habitual a la relajación (38,6%), la evasión (33,5%) y el placer (19,1%). Los motivos terapéuticos solo son señalados por un 19,5% de las y los encuestados sobre el consumo habitual.

En cuanto a los riesgos, algo más de la mitad del colectivo joven (58,5%) cree que el riesgo general es bastante o muy alto, frente a casi un tercio que lo considera medio y un escaso 12% bajo o muy bajo, en una tendencia que se mantiene estable (con muy poca variación desde 2016). Los riesgos percibidos con más frecuencia incluyen problemas legales (que señala el 65,3%), problemas con personas cercanas (familia, pareja, amistades), que señala el 60%, y problemas asociados al trabajo y/o los estudios (señalados por un 57,6%).
Aunque todos estos beneficios y riesgos vienen acompañados siempre de un “depende”: depende de cuánto, depende de cómo y depende de las circunstancias en las consumas cannabis. Así, una gran mayoría de jóvenes (60,7%) considera que el consumo diario provocará problemas con mucha probabilidad, mientras que el consumo experimental y esporádico parece problemático solo para un tercio de las y los jóvenes. Por otro lado, el 54% cree que habrá muchos o bastantes problemas si se consume nada más levantarse y el 61,3% si es justo antes de acostarse; y el 56% tiene la misma opinión si el consumo se produce en soledad, pero es el 64% el porcentaje de quienes consideran muy problemático el consumo con amistades. Así que, como vemos, los resultados se modulan según estas variables.
¿Qué implica la normalización?
La normalización en la percepción sobre la sustancia se puede entender como causa y consecuencia de un cambio también en las opiniones sobre la legalización. Entre los y las jóvenes es mayoritaria (55,9%) la opinión de que es necesario y conveniente afrontar un proceso de regulación en España del uso terapéutico del cannabis (proceso iniciado en España en 2022, después del trabajo de campo del estudio). Sin embargo, se muestran más reservas frente al uso lúdico: aunque el 35% de jóvenes lo considera necesario, es mayoritaria la postura de quienes lo considerarían un error (45%) y es muy relevante el porcentaje de quienes dicen no tener una opinión formada (20%).

En este sentido, es reseñable también su conciencia sobre la cara B de la regulación. La mayoría (un 51,7%) cree que si las normas se suavizasen, aumentarían los consumos, en general, aunque nosu consumo propio (también más del 50% cree que no consumiría más, frente al 18,3% que indica que sí y al 15,8% que dice que, al menos, lo probaría si fuera legal). Y al preguntarles por los problemas derivados de la regulación, 4 de cada 10 creen que aumentarían los problemas sociales y también los de los consumidores, pensando en adicciones. Pero también existen porcentajes significativos entre quienes creen que las y los consumidores de cannabis tendrían los mismos problemas (un 33,9% así lo ve) y que la sociedad no vería incrementada su problemática colectiva (considerado por un 34,4% de la muestra).
Desafíos para la prevención
La evolución de la percepción de la sustancia hacia una normalización, entendida con perspectiva crítica, supone también desafíos para la prevención, como ellos y ellas señalan y como se puede desentrañar desde las organizaciones que nos dedicamos a ella. Desde un objetivo de consumo cero en menores, las y los jóvenes, al ser preguntados por la dificultad de prevenir el consumo en la franja etaria preadolescente y adolescente si la sustancia se legalizara, un 36% considera que sería más difícil llevarla a cabo, frente a un 30% que cree que sería más fácil y un 27% que cree que sería igual, así que las opiniones están repartidas.
Para las organizaciones sociales, todos estos datos son apuntes para la prevención. Como indica Beatriz Martín Padura, directora general de Fad Juventud: “toda esta información es clave para seguir trabajando en la prevención de los consumos y en la sensibilización social a través de campañas y estrategias varias capaces de transferir esos hallazgos a la población general y experta”. Aunque tampoco habría que volver ni al pánico moral ni a la estigmatización que durante tanto tiempo impidió ver los consumos de drogas como consumos y no únicamente como problemas, somos conscientes de que si la normalización se traduce en frivolización las problemáticas serían mayores.