Trabajo fin de Máster en adicciones: perspectiva bio psicosocial. «Propuesta de intervención desde la perspectiva de género con mujeres cuidadoras de personas con transtorno por uso de sustancias»

22/12/2021     

Por Andrea Carrillo.

«Para entender cómo funciona cualquier sociedad debemos comprender la relación entre los hombres y las mujeres». – Ángela Davis –

La familia es uno de los agentes claves en la intervención desde Proyecto Hombre. Es por ello que desde el inicio se le ha dado importancia a la atención familiar, como parte de la perspectiva biopsicosocial en el abordaje de las diferentes adicciones. A lo largo de los años, Proyecto Hombre ha ido estableciendo una visión singular del abordaje familiar de las personas con TUS, desde los valores de la misma organización. Como se recoge en el artículo escrito por Rodríguez (2013), el trabajo con las familias se realiza desde una perspectiva holística e integradora, que pretende estimular el cambio en los comportamientos mantenedores de las conductas adictivas.

            Por otro lado, la perspectiva de género es una lectura que se ha implementado recientemente en los programas de tratamiento de adicciones. En esta línea, a lo largo de los últimos años, autoras como Jiménez (2012) y Herrera (2000) han publicado sobre cómo el género impacta en el tratamiento y recuperación de las drogodependencias. Sin embargo, la literatura existente en torno a esta perspectiva, ha sido prioritariamente tenida en cuenta ante las mujeres usuarias que acuden a pedir ayuda por su problema de adicción. En ocasiones las diferencias y desigualdades de género no han sido incluidas en los modelos de intervención familiar.

            Así distintas autoras han señalado la asunción no cuestionada por parte de la terapia familiar de los roles de género además de incluir una revisión de los conceptos de la teoría sistémica, bajo una mirada de género (Goodrich y cols., 1989; Walters y cols., 1991). Es necesaria, por tanto, la influencia del género a la hora de formular las intervenciones y entender la realidad estructural del funcionamiento familiar (Walters y cols., 1991). Mencionar, entre los sesgos que aparecen por la falta de perspectiva de género en las intervenciones familiares (Knudson-Martin, 2009a) el dar por supuestas, minimizar o incluso castigar las potenciales fortalezas de las mujeres, como pueden ser centrarse en las necesidades del otro, junto a la tendencia a proyectar la culpa a la madre.

            Sin embargo, cabe destacar que la mayoría de las personas que acuden como apoyo para las personas usuarias de estos servicios, en su mayoría hombres, sean mujeres. A pesar de ser un detalle conocido por la mayoría de quienes trabajamos en este campo, no se han recogido datos significativos sobre cómo afecta el género en quienes acompañan al tratamiento de las personas que acuden a Proyecto Hombre buscando ayuda. Quizás, el hecho de percibirlo como parte de una «normalidad repleta de desigualdad» es el motivo de ello. Y es ahí donde entra en juego el género como característica de organización social que invisibiliza las desigualdades.

            Como venimos comentando, algo en lo que no se ha puesto el foco es en cómo el género impacta sobre las personas acompañantes y familiares. En esta línea, Herrera (2000) y Martínez Benlloch (2005) analizan la influencia de los roles de género en la salud familiar e individual. De forma más específica, Fernández (2006) analiza la respuesta de cuidado que habitualmente emerge en las mujeres ante la adicción de un familiar. De esta manera, no debemos olvidarnos de la mayoría de mujeres cuidadoras que atendemos en nuestros recursos, las cuales pertenecen al sistema familiar o acompañantes. Así pues, si las tenemos en cuenta como fuente de apoyo sólido y principal, debemos cuestionarnos si nuestra intervención ha favorecido o no que se perpetúe la instauración de los roles de género, al ser esto mismo funcional de cara al tratamiento. Además, tampoco ha sido frecuente incluir las necesidades de salud y de tratamiento de las mujeres acompañantes en el proceso. Se evidencia, por tanto, la necesidad de realizar una atención integral, desde una perspectiva de género, para poder abordar las dificultades y necesidades que presentan las mujeres cuidadoras, no solo como figura de apoyo, sino como mujeres en sí mismas.

            Con el objetivo de atender la desigualdad de género en el ámbito familiar, se propone incorporar esta variable de cara a facilitar un espacio de apertura y adquisición de definiciones de identidad, conductas y roles. Se trata pues, de diseñar un programa con el que poder ofrecer una mejor respuesta ante la demanda de necesidades en los grupos de familia mixtos, y dada la constante mayoría de mujeres partícipes en éstos. Con este fin, introduciendo una perspectiva que atiende el género como categoría deferencial, y lo relativo a los temas relevantes a trabajar con las mujeres que ejercen acompañamiento y cuidado de las personas usuarias de nuestro programa. En sí mismo, el programa recoge diversos objetivos específicos, enfocados a mejorar las prácticas de autoeficacia de las mujeres, como una herramienta de empoderamiento:

– Fomentar conductas de autocuidado.

– Mejorar la autoestima.

– Aprender herramientas de competencia personal y empoderamiento.

– Mejorar las relaciones familiares.

            Como se ha anticipado, partimos del enfoque de género como herramienta metodológica aplicado al ámbito de la salud, basándonos en la teoría del sistema sexo-género de Rubin (1975). A partir de este paradigma, es posible entender cómo incide esta estructuración social en la salud de las mujeres. Además, teniendo en cuenta el modelo emancipador de promoción de la salud, se pretende entender el malestar de las mujeres a través de los efectos que produce el lugar históricamente construido para ellas y favorecer el empoderamiento de éstas, ofreciéndoles la oportunidad de participar sobre los factores que afectan a su salud y bienestar. Así mismo, se establece un encuadre teórico utilizado por Fina Sanz (2001) en los grupos de autoayuda. Éste es un modelo que parte de la integración de la psicología, sexología y educación, con una perspectiva de género y comunitaria. . El objetivo principal dentro de dicha terapia, sería el reencuentro de la persona consigo misma a través del autoconocimiento y la autoescucha, para comprender, transformar y cambiar los procesos internos e incrementar el propio desarrollo.

            Para su puesta en marcha, es necesario seleccionar un grupo de las mujeres familiares, dándoles un espacio seguro a ellas. El programa se compone de una serie de ejercicios introspectivos y de papel y lápiz, con otros realizados dentro de la sala de trabajo, acercándonos a los temas de manera individual y grupal. Así, se establece una mezcla entre la experiencia personal, la teoría y su incorporación a la práctica desde la identificación y el reconocimiento. 

            Se trabaja con un total de 12 sesiones grupales, con enfoque terapéutico y de autoayuda, de 90 minutos de duración, aplicadas semanalmente. En las sesiones se atiende a las variables que en la revisión realizada se contemplan como relevantes e influyentes para mejorar la intervención de las mujeres acompañantes de las personas usuarias. Para abordar el papel que juega el énfasis en el cuidado y la incondicionalidad desde los roles de género, se realizará un programa con actividades concretas para trabajar los objetivos específicos anteriormente descritos: 

Autocuidado: atender la salud física y psicológica y el uso del tiempo.

Autoestima: atender el papel de la maternidad, los cuidados y la culpa.

 – Competencia personal y empoderamiento: facilitar herramientas de comunicación asertiva, trabajar la identificación, validación y gestión emocional (la culpa), y prevenir el abuso de psicofármacos u otros.

Relaciones familiares: facilitar la identificación y gestión de la violencia, la resolución de los conflictos y abordar los mitos sobre las parejas.

            Como conclusión, el presente programa tiene como objetivo más inmediato mejorar la intervención familiar, concretando la atención a las mujeres cuidadoras de las personas con Trastorno por Uso de Sustancias. Con esta propuesta, se pretende abordar la necesidad detectada en cuanto a introducir la perspectiva de género en las intervenciones familiares de Proyecto Hombre. Como objetivo distal, pretende mejorar los resultados en el tratamiento de las personas usuarias, en cuanto a las altas y bajas se refiere, mediante una comprensión desde el enfoque de género de las relaciones establecidas en la familia, en cuanto a las mujeres cuidadoras se refiere. Y haciendo referencia a esto último, recupero la cita del inicio de Ángela Davis, a continuación: “Para entender cómo funciona cualquier sociedad debemos entender la relación entre los hombres y las mujeres».

Bibliografía, aquí.