ALCOLOCK
El alcolock es un dispositivo electrónico que se conecta a los sistemas de encendido de un vehículo. El conductor tiene que realizarse un autocontrol de aire espirado, que mide el nivel de alcohol, si el resultado es superior al preestablecido, el coche no arrancará.
Su implantación en España, evitaría más de 120 muertos anuales, en accidentes de tráfico, medio millar de heridos graves, con secuelas de larga duración y más de 2.500 heridos de menor consideración.
Esta tecnología admite múltiples mejoras. Dispone de un módulo que registra todos los intentos de arrancar, fechas, horas y niveles del alcohol y, mediante GPS, permite el control de los conductores condenados por alcoholemia.
Puede conectarse a cualquier máquina, en la que convenga asegurar el estado de sobriedad de quien la manipule.
Existe una opción en la que la máquina requiere nuevas pruebas al conductor, cuando lleva un tiempo funcionando. Si las pruebas no son realizadas, o se detecta alcohol por encima del límite, se activa una alarma, hasta que se apague el motor.
El dispositivo se desarrolló inicialmente en Estados Unidos y Canadá para instalarlo en los vehículos de los conductores con problemas con el alcohol, que habían sido sancionados por ello y el alcolock actuaba como un control de la conducta y un generador de hábitos adecuados.
La conducción bajo los efectos del alcohol multiplica las probabilidades de accidente, y la experiencia demuestra que en ciertos casos no basta con la multa o la retirada del carnet. El alcolock se ha mostrado eficaz en estos casos. Instalando un alcolock y con un carnet restringido a vehículos con esa tecnología, no se retira el permiso de conducir y se realiza un seguimiento educativo del conductor.
En Australia se usa el dispositivo desde hace años, para los que de forma reiterada, conducen bajo los efectos del alcohol. En varios países europeos se ha implantado su utilización, entre otros, Finlandia, Suiza, Países Bajos, Suecia, Reino Unido o Francia…–, según el país, las condiciones relacionadas con su uso cambian. Por ejemplo, en Francia, todos los autocares escolares puestos en circulación desde 2010, deben de estar equipados con un dispositivo alcolock. Desde finales del 2015, esta medida se aplicó a todos los autobuses y el gobierno galo está pensando ampliar el abanico de transportistas que deberán circular con el dispositivo.
En España no existe regulación sobre los alcolocks. Dada su implantación en Europa, podemos suponer que no tardara en haberla, y aunque la última reforma de nuestro código penal, da espacio legal a dispositivos como el alcolock, de momento no hay una normativa concreta para los mismos.
Se da la contradicción de que un conductor español condenado por alcoholemia, no puede conducir; mientras que un belga, condenado en las mismas circunstancias, puede hacerlo, por nuestro país y en el suyo, con su carnet restringido y un vehículo equipado con alcolock.
Burlar a la máquina, es prácticamente imposible con la tecnología actual. Y riesgo de usar un vehículo sin alcolock, por parte de alguien que tiene el carnet restringido, es similar al de conducir sin carnet. Para evitar esta infracción, disponemos de otras estrategias y no es el objetivo de esta tecnología.
Los resultados en los países que lo tienen incorporado a sus legislaciones deja clara la ecuación, el alcolock evita accidentes y mejora las estrategias reeducativas. Las resistencias se encuentran en el coste actual del dispositivo, pero como todo en el mercado, es una cuestión de oferta y demanda y llegado el caso de normativa. Esperemos que se acabe imponiendo la vida sobre el negocio.