Autocuidado y gestión emocional

Autor: Asociación Proyecto Hombre      19/10/2023     

Autoría: David García de la Cal y Ana Álvarez Rodríguez. Asociación Proyecto Hombre

El estrés, los síntomas de ansiedad y/o depresión son los problemas de salud mental más señalados por las personas trabajadoras y según el Informe sobre salud mental y trabajo publicado por el INSST[1], el 1% de la población trabajadora encuestada revela haber tenido, en los últimos 12 meses, un problema de este tipo causado o agravado por el trabajo, siendo este porcentaje ligeramente superior en las mujeres (1,2% frente al 0,9%)

La Encuesta Europea de Salud-España 2020[2] realizada en población ocupada refleja que el 6,8% de las 9.799 personas trabajadoras registradas, afirman haber consumido durante las últimas 3 semanas, tranquilizantes, relajantes, pastillas para dormir y/o “antidepresivos, estimulantes”. Este consumo es más prevalente entre las mujeres, aumenta con la edad y es superior en trabajos a tiempo parcial o en aquellos con jornada continua nocturna.

 El estrés, la ansiedad y la depresión son problemas de la salud mental íntimamente relacionados con la capacidad de las personas para regular sus emociones.

Gran parte de las elecciones que hacemos en nuestro día a día están mediadas por nuestra parte emocional. Las emociones, nos empujan a conectar con las personas y nos permiten también hacer elecciones acertadas en distintas áreas de la vida como es la relacionada con el trabajo.

Estudios, como los llevados a cabo en la Universidad de Columbia por el doctor Michel Puan, nos indican que debemos dejar de concebir lo emocional y lo racional de manera separada. Dicho de otro modo, las mejores decisiones son las que tomamos después de haber conjugado lo racional y lo emocional. Para que esta conjunción se produzca necesitamos regular nuestras emociones para que no “eleven” en exceso su voz y podamos escuchar también a la razón.

Regular las emociones es modificar su intensidad y/o duración, de tal manera que nos permitan responder a los retos del entorno de manera funcional y adaptativa. 

El proceso se compone de los siguientes pasos:

  • Identificación: Lo primero es tomar conciencia de lo que nos está pasando. Si nos damos cuenta de antemano de aquellas situaciones que nos desbordan y ¿por qué?, tendremos parte del camino hecho.
    Por ejemplo: momentos en los que se aumenta la producción, periodos vacacionales o épocas de cambios. Para una mejor identificación presta atención a las señales que las preceden.
    Estas señales pueden ser: físicas (ritmo cardiaco, sudoración, temperatura, respiración, digestión, …), de pensamiento (comenzamos a pensar “no aguanto más”, “pero qué se ha creído”, “yo no puedo con esto”, …), o incluso determinadas conductas claras (elevamos la voz, cerramos los puños, nos acercamos/alejamos de la otra persona, no vamos al trabajo o llegamos tarde deliberadamente, no contestamos al teléfono, …)
  • Aceptación: Es el momento de poner nombre. Entender que lo que estamos sintiendo. Que esto sucede en este momento, aquí y ahora. Plantearnos hacia dónde queremos que nos lleve. Por ejemplo: Vale, estoy sintiendo enfado, estrés, … ¿qué quiero hacer con esto?
  • Estrategias de regulación: Son herramientas que nos ayudarán a que la emoción no nos supere.
  • Autoinstrucciones. Por ejemplo, decirnos “tranquilízate, es mejor que te serenes”, “no vas por buen camino”, …
  • La distracción, como puede ser contar hasta 10, fijar nuestra atención por unos segundos en algo de la habitación, …
  • Diálogo interno, evaluando los contras de dejarnos llevar por la emoción, “no es momento para decir lo que pienso, siento mucha rabia”
  • Ayudar a nuestro cuerpo a volver a su estado habitual. Técnicas de respiración y relajación.
  • Expresar lo que estamos sintiendo: Este sería el último paso y sería el que cierra el proceso de regulación. No existe un proceso de regulación completo si no existe este paso. Puede ser que ahora no sepamos expresarlo o no encontremos la forma, no pasa nada, lo importante es que busquemos una manera de hacerlo, aunque sean horas o días después.

Este proceso puede ser entrenado y encuentra un estupendo aliado en el autocuidado.

El autocuidado no son acciones aisladas, sino que implica un estilo de vida en el que no sólo atendemos a nuestro cuerpo, sino que prestamos atención a nuestra mente. Una dieta equilibrada, el ejercicio físico, un buen descanso, una higiene personal, eliminar el consumo de sustancias tóxicas (como el alcohol y el tabaco), actividades de ocio, el contacto con la naturaleza, cultivar espacios de interrelación con otras personas desde el respeto y la empatía.  La aceptación y respeto por los propios errores son pilares básicos del autocuidado y resulta más fácil encontrar el equilibrio en los momentos adversos o críticos cuando se está llevando una vida ordenada.

Si entendemos, si gestionamos, si afrontamos los desafíos en esas épocas de desánimo, preocupación y estrés, las emociones serán nuestras mejores aliadas porque, en realidad, son parte indispensable en cada decisión que tomamos y, por tanto, debemos ser plenamente conscientes de ellas.


[1]https://www.insst.es/documentacion/material-tecnico/documentos-tecnicos/salud-mental-y-trabajo-2023

[2]https://www.sanidad.gob.es/estadEstudios/estadisticas/EncuestaEuropea/Enc_Eur_Salud_en_Esp_2020.htm

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