CONSUMO DE BEBIDAS ESTIMULANTES EN TRABAJADORES DE LA CONSTRUCCIÓN
Los últimos años hemos podido apreciar un importante incremento del consumo de las comúnmente conocidas como bebidas energéticas, cuando realmente son estimulantes, compuestas habitualmente por cafeína, azúcares, taurina, guaraná y carnitina, entre otros elementos.
Se ha discutido ampliamente sobre los potenciales peligros de su consumo, de modo muy especial en los consumidores más jóvenes, algunos estudios (Arria et al, 2010) demuestran que el consumo actual de este tipo de bebidas puede conducir a un mayor consumo de otras sustancias en el futuro; así como en la interacción con otras sustancias: por ejemplo, con el peligro específico en el consumo combinado con alcohol.
Algunos efectos del consumo de este tipo de bebidas sobre el organismo y la conducta pueden ser (Guilbeau, 2012; Dennison, Rogers y Randolph, 2013): incremento del estado de alerta, deshidratación, alteración del sueño, problemas gastrointestinales, posibilidad de arritmias y otros problemas cardíacos, así como correlación con otro tipo de conductas de riesgo.
Pese a que inicialmente este tipo de consumos han preocupado principalmente en relación a la población más joven, principales consumidores, actualmente comenzamos a apreciar un incremento de las tasas de consumo en la población trabajadora más joven. Esto plantea nuevos retos a la hora de diseñar la prevención de consumos en el puesto de trabajo y la generación de entornos saludables en el ambiente laboral.
En el estudio en el que Proyecto Hombre colaboró con la Fundación Laboral de la Construcción se abordó por primera vez el consumo de estas sustancias en población trabajadora, con algunos datos muy interesantes:
- Aproximadamente la mitad (48.2%) de los trabajadores del sector de la construcción ha consumido alguna vez este tipo de producto, llegando al 19% lo que lo habían hecho a lo largo del último mes. El análisis según género también muestra que los varones (20%) consumen en mayor medida que las mujeres (13.5%)
- Aparecen importantes diferencias en las tasas de consumo según el nivel formativo de los trabajadores y trabajadores, siendo los universitarios quienes las consumen en menor medida (7%), frente a trabajadores con Educación Secundaria Obligatoria (26.5%)
- Considerando el puesto de trabajo u ocupación, también aparecen importantes diferencias, siendo los trabajadores con categoría de peones quienes las consumen en mayor proporción (27%) frente al personal administrativo (6.9%) o personal directivo (7.5%)
- Con relación al momento en que los participantes en el estudio consumen estas bebidas, destaca el hecho de que en torno a la mitad de los participantes lo he hecho en fines de semana o días libres, lo que muestra una importante asociación con el tiempo de ocio, pero también destaca un porcentaje no despreciable de trabajadores que la consumen antes o durante la jornada (6.5%) o bien con posterioridad a la misma (13.5%)
En definitiva, estos datos muestran que las bebidas estimulantes son una realidad entre el colectivo de trabajadores de la construcción y que, pese a que se consumen mayoritariamente en días libres, esto también puede tener sus consecuencias, aparecen también consumos durante la propia jornada laboral.
Desde la perspectiva de Proyecto Hombre en la intervención en el ámbito laboral para la generación de espacios de trabajo saludables, entendemos que es importante tener en cuenta también esta sustancia, puesto que, pese a que habitualmente nos preocupa mucho el consumo de alcohol u otras sustancias ilegales, las bebidas estimulantes pueden tener efectos claros en la salud y la conducta de los trabajadores y trabajadoras.
Guilbeau, J. R. (2012). Health risks of energy drinks: What nurses and consumers need to know. Nursing for women’s health, 16(5), 423-428.
Dennison, K., Rogers, B., & Randolph, S. A. (2013). Energy drinks and worker health risks. Workplace health & safety, 61(10), 468-468
Arria, A. M., Caldeira, K. M., Kasperski, S. J., O’Grady, K. E., Vincent, K. B., Griffiths, R. R., & Wish, E. D. (2010). Increased alcohol consumption, nonmedical prescription drug use, and illicit drug use are associated with energy drink consumption among college students. Journal of addiction medicine, 4(2), 74.