Día Mundial Sin Tabaco
El 31 de mayo celebramos el Día Mundial Sin Tabaco. Ése tabaco que, como prácticamente ya todos sabemos, es el principal factor de riesgo de cáncer, responsable del 82% de los cánceres de pulmón y del 50% de los de vejiga, o del 80% de los infartados en menores de 45 años, según la Asociación Española Contra el Cáncer. También es responsable de enfermedades cardiovasculares y patologías pulmonares y respiratorias. Daños que, recordemos, también sufren las personas fumadoras pasivas.
A este elenco de daños a la salud hay que añadir nuevas relaciones dañinas. Según nos recuerda la Organización Mundial de la Salud, el consumo de tabaco empeora el curso de las enfermedades respiratorias. En el caso del Covid-19, los estudios demuestran una peor evolución de la enfermedad en pacientes fumadores, e indican que fumar conlleva un incremento en el riesgo de desarrollar una forma grave, del 133% con respecto a personas no fumadoras.
Desde el Ministerio de Sanidad aseguran que en España el tabaquismo causó 57.000 muertes en 2018, dato que está por encima de la media europea. La edad de inicio está en torno a los 13 años, una de las más bajas de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). Sin duda, cifras que nos han de poner alerta.
Por las encuestas del Plan Nacional Sobre Drogas (PNSD) sabemos la variación que ha habido en su consumo. Entre los datos de 2016 y los de 2018, el porcentaje de personas que fuman aumentaron un 0’7 puntos porcentuales, el consumo se ha incrementado más entre los jóvenes (menores de 34 años) y aunque los hombres fuman en general más que las mujeres, por debajo de 18 años fuman más ellas. Evidentemente el perfil de la persona que fuma está modificándose y, si nos proponemos prevenir el tabaquismo, hemos de dar respuesta a esas variaciones.
Los datos del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones confirman que el consumo de tabaco entre la población trabajadora es superior a la media general en un 3’5%. El ámbito laboral sufre las consecuencias de esta adicción desde varias vertientes, y si bien la salud de las personas es la más importante, el absentismo, los siniestros por distracción, o las incapacidades, están entre otras muchas. Abordar esta realidad no puede quedar a la improvisación, ni la actitud puede ser la del que, sin evaluar, ni planificar, espera que “cuando aparezcan los problemas se sabrán resolver”.
Un estudio del Centre for Economics and Business Research (CEBR) para la British Heart Foundation (BHF), (UK) ha cuantificado los siguientes datos sobre el impacto de los hábitos y la repercusión de una persona fumadora trabajadora.
- ≈ 15h/mes, de improductividad
- + bajas
- ≈ 4 días más de duración, en las bajas
Luego llegan las enfermedades de largo tratamiento que fácilmente concluyen en una incapacidad absoluta, con las graves repercusiones que tienen tanto a nivel personal, como familiar, social, laboral y económico. Nos referimos a enfermedades e incapacidades, en un altísimo porcentaje, evitables.
Añade este estudio, que, en base a un sueldo medio, se valora en 2.170€/año, el sobrecoste de un trabajador fumador, frente a uno no fumador. De hecho, Piala, una empresa japonesa de marketing y publicidad electrónica, otorga 6 días extras de vacaciones anuales a los trabajadores no fumadores, tras estudiar los altos costes de los fumadores.
Pero… ¿qué hacer?
Entendemos que son dos las direcciones en las que se puede y debe intervenir en este campo, desde las empresas y las entidades. – el preventivo y el de tratamiento.
Las intervenciones preventivas han de generar salud reduciendo el tabaquismo y lo pueden hacer en dos líneas. Informar, formar y plantear alternativas. Y desarrollar medidas contextuales.
Nuestra legislación prohíbe fumar en los espacios de trabajo cerrados, pero una visión inspirada en la generación de salud no puede quedarse, o contentarse con la prohibición, ni siquiera en las consecuencias punitivas de su incumplimiento, de hecho, los beneficios de las medidas impuestas desde las autoridades sanitarias, no solo se han estancado, sino que están en retroceso, a la vista del incremento del tabaquismo que hay en nuestro país.
Conveniente recordar que el artículo 7 de la Ley 28/2005, de 26 de diciembre, regula la prohibición de fumar, entre otros lugares, en:
- Centros de trabajo públicos y privados, salvo en los espacios al aire libre.
- Centros y dependencias de las Administraciones públicas y entidades de Derecho público.
- En cualquier otro lugar en el que, por mandato de esta Ley o de otra norma o por decisión de su titular, se prohíba.
Este último punto es el que facilita la exclusión del tabaco de todos los entornos de trabajo, generando espacios de mayor salud de una forma muy sencilla, de bajo coste y alta eficacia. Sabemos, por experiencia, que las acciones de prevención sobre el entorno son más eficaces que las que dependen de cada persona. La extrapolación desde la práctica de la prevención de riesgos laborales es fácil de hacer: antepondremos siempre la protección colectiva a la protección individual.
Las acciones contextuales no han de evitar la realización de acciones de formación e información, que también generarán beneficios, entre las que destacamos la reducción del inicio en el tabaquismo o facilitar la decisión de superación de la adicción.
Pero estas medidas contextuales podrían entenderse como demasiado enérgicas sino conllevaran acciones de tratamiento.
El tratamiento del tabaquismo es una acción factible en el ámbito laboral, por varios motivos. –
- Se sitúa en la órbita de las acciones de Responsabilidad Social Corporativa, que incluye entre sus principales intereses la promoción de la salud en el trabajo.
- Todo el colectivo va a ser beneficiario de la abstinencia, por la mejora en la salud, reducción de bajas, de siniestros o el incremento de la productividad. Además, la reducción del tabaquismo favorecerá un mejor clima laboral, evitando guetos y mejorando las relaciones.
- La amplia concienciación social frente al tabaquismo y el interés en dejar de fumar genera una alta aceptación.
De hecho, según el PNSD, el 66% de las personas que fuman se han planteado dejar de fumar, sin embargo, solo el 5% de las empresas han ofrecido en los últimos 15 años programas para la superación de esta adicción, y en la mayoría de los casos se hizo durante el cambio legislativo (2005).
Los programas para la superación del tabaquismo en las empresas se ven favorecidas por la posibilidad de realizarlos en grupo*1, superar el tabaquismo con personas que se conocen incrementa la intimidad, la intensidad de las acciones y facilita la retención reduciendo el abandono, por lo tanto, favorece el éxito del objetivo; que no es otro que superar la adicción al tabaco y ganar salud y calidad de vida.
Desde las empresas y entidades se puede hacer mucho para la generación de la salud, e intervenir sobre el tabaquismo es una de las acciones más claras.
*1La intervención grupal se ha reconocido como la más eficaz (entre las no farmacológicas) según el informe de la Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias, del Instituto de Salud Carlos III del Ministerio
Fuentes para consultar
Asociación Española Contra el Cáncer: https://www.aecc.es/es
Centro Reina Sofia, sobre adolescencia y juventud-FAD: https://www.adolescenciayjuventud.org/
EDADES. La Encuesta sobre consumo de sustancias psicoactivas en el ámbito laboral en España. Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social: https://pnsd.sanidad.gob.es/profesionales/publicaciones/catalogo/catalogoPNSD/publicaciones/pdf/EncuestaLaboral2013.pdf
EDADES. La Encuesta sobre alcohol y otras drogas en España. Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social: https://pnsd.sanidad.gob.es/profesionales/sistemasInformacion/sistemaInformacion/pdf/2019_Informe_EDADES.pdf
ESTUDES. Encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España. Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social: https://pnsd.sanidad.gob.es/profesionales/sistemasInformacion/sistemaInformacion/pdf/ESTUDES_2018-19_Informe.pdf
Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo: https://www.cnpt.es
Investigación de Cebr para la Fundación Británica del Corazón: Smoking costs UK businesses £8.7bn