La adicción al trabajo, nueva adicción comportamental
Las adicciones van más allá de la relación con sustancias. Entre las que no tienen relación con químicos, la adicción al trabajo es una de las adicciones comportamentales que más destaca.
¿Su auto exigencia laboral, es superior a la de la mayoría?
¿Está abandonando otras actividades, para trabajar?
¿Le es difícil poner límites?
¿Le cuesta disfrutar de las vacaciones, o le generan ansiedad?
¿Lleva trabajo a otras áreas de su vida?
Si ha contestado afirmativamente a varias de estas preguntas, tal vez tenga un problema de adicción al trabajo.
Las adicciones van más allá de la relación con sustancias. Entre las que no tienen relación con químicos, la adicción al trabajo es una de las que más destaca.
Es un proceso de varios años, del que cuesta tomar conciencia. El trabajo se va convirtiendo en el centro de tu vida y tu refugio. Todo lo demás, familia, ocio, vida social, pasa a un segundo plano.
Suele ser un desajuste emocional, que se trata de compensar en el área sobre la que la persona se siente más segura, la laboral. La insatisfacción y la irritabilidad, caracterizan el tiempo que se está fuera del trabajo.
El entorno no suele ayudar, otras adicciones son habitualmente mal vistas, pero esta cuenta con cierto reconocimiento. El ámbito empresarial busca compromiso y dedicación y lo refuerza económica y socialmente. En nuestra cultura se enaltece el trabajo.
El Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo señala que la adicción al trabajo representa un daño psicosocial emergente. Y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en un estudio de 2010 ya planteba que el 8% de la población española dedica más horas de las necesarias a su profesión para huir de sus problemas personales.
Pero no hay que confundir la adicción, con las personas que muestran vinculación y dedicación a su trabajo, siempre que sepan desconectarse y respetar su tiempo libre.
Las diferencias pueden ser muy subjetivas y suele ser el entorno más cercano el primero en darse cuenta de que algo no marcha bien.
Se han clasificado tres tipos de adicciones al trabajo, el Controlador, el Narcisista controlador y el Complaciente.
El Controlador: es ambicioso, independiente, y ama el poder y el control. Ante descensos en su rendimiento laboral, se vuelve ansioso e irritable.
El Narcisista controlador: es una persona egocéntrica. Tiende al desequilibrio en situaciones de tensión, pudiendo tener la sensación de no ser el mismo y de experimentar el entorno como un sueño.
El Complaciente: es el menos ambicioso y más sociable. Le es muy importante la aprobación del jefe y los compañeros. Pero no comparte sus problemas y tiene más posibilidades de sufrir una depresión.
Esta problemática se da más entre hombres que entre mujeres, sobre todo en la clase media y en el hábitat urbano.
El primer paso, es reconocer que tenemos un problema, y buscar apoyo, hay diferentes opciones y seguro que varias acomodan con nosotros. Con esa ayuda realizar un inventario personal, identificar desencadenantes y plantear alternativas. Hace falta un programa de actividades que contemple el tiempo libre, la familia, los amigos y todas aquellas áreas que se han visto empobrecidas. También habrá que entrenarse en algunas técnicas, como la relajación, la toma de decisiones o el manejo de sentimientos, e ir desterrando las ideas irracionales sobre el éxito y el perfeccionismo. Hay que aprender a quererse en todas las facetas. La adicción al trabajo, no deja de ser una adicción, pero como las otras, es superable.