Psicofármacos y población laboral

Autor: Asociación Proyecto Hombre      16/08/2022     

Autoría: Ana Álvarez.

Los psicofármacos son medicamentos que, debido a los efectos que producen al interactuar con el sistema nervioso, tienen potencial como recurso terapéutico ante problemas abordados por la psiquiatría y la psicología clínica, de hecho forman parte de los recursos más utilizados en dichas disciplinas.

Sus beneficios son claros, permiten prevenir la aparición de los síntomas más peligrosos de un problema mental, se obtienen cambios muy significativos en poco tiempo y su uso es relativamente simple. No obstante, no todo son bondades ya que no producen los cambios comportamentales para superar el problema, sus efectos secundarios pueden ser graves y, en algunas personas y en función del uso, pueden generar cierta adicción.

En el consumo general farmacéutico, los psicofármacos se encuentran en el tercer lugar y los de consumo más frecuente son los ansiolíticos (disminuyen los síntomas de ansiedad), los hipnosedantes (producen sedación y sueño) y, los antidepresivos (tratan la depresión). Al 26, 4% de la población se le ha dispensado a lo largo de su vida al menos un fármaco de este tipo, estando el 20,4 % en tratamiento durante al menos un año.  La edad media de inicio de uso son las 34 años incrementando el consumo con la edad hasta los 80-84 años.  Existe un claro predominio femenino triplicando incluso el consumo de los hombres, el consumo se dispara a medida que disminuye la renta y el consumo es mayor entre las personas nacidas en España y las desempleadas.

Estos psicofármacos se suelen obtener mediante una receta médica regularmente prescrita, pero también se dan casos, y cada vez más, de que sean facilitados por terceras personas o adquiridos por otras vías de dudosa procedencia (mercado negro, trapicheo, páginas web de venta on-line sin ningún tipo de control sanitario, etc.) El consumo de psicofármacos sin prescripción médica es más habitual entre los varones y suele darse conjuntamente con el consumo de alcohol o/y otras sustancias ilegales.

Muchos son los organismos que cuantifican el uso de psicofármacos. El Instituto Nacional de Estadística, el Ministerio de Sanidad, el Plan Nacional sobre Drogas, etc.) y nos alertan acerca del aumento paulatino del consumo de psicofármacos que se viene observando, desde 2015 y que, probablemente, siga aumentando. Tras el COVID 19 se han manifestado una serie de síntomas generalizados o frecuentes entre la población como alteraciones del sueño, nerviosismo, irritabilidad o tensión, dolor de cabeza persistente, sensación de ahogo sin esfuerzo físico los cuales muchas veces vienen a combatirse a base de ansiolíticos, hipnosedantes y antidepresivos.

Lógicamente, y como ocurre en muchos otros aspectos, el consumo de sustancias en población laboral* es un reflejo de la prevalencia de consumos en la población general. Concretamente, el consumo de hipnosedantes en la población laboral se posiciona en el tercer puesto de las sustancias más consumidas al igual que en población general siendo en ésta ligeramente superior (11,2% vs 12%). Atendiendo al sexo, es la mujer la que los consumen en mayor medida. Dentro de los sectores la prevalencia más alta se encuentra en la agricultura / pesca / ganadería / extracción/ administración pública / sanidad / servicios sociales / educación, seguidos de actividades domésticas / servicios personales

No cabe duda que estar en posesión de un empleo, puede ser un factor de protección que contribuya a mantener una salud integral adecuada pero, no todas las condiciones laborales reúnen estas características protectoras.  Por ello es importante generar e impulsar entornos laborales seguros y saludables.

Las empresas más vanguardistas hablan de empresas del bienestar como empresas generadoras de salud, donde se impulse la sensibilización global y la conciencia colectiva de lo que significa trabajar en seguridad, donde la persona esté en el centro y donde se tengan en cuenta los riesgos laborales comúnmente categorizados pero también los riesgos psicosociales y sus consecuencias derivadas, donde el género, la salud mental o las adicciones no sean un estigma sino simplemente eso, una condición o un problema de salud, y donde cada una de las personas que componen las organizaciones sean una parte importante para la promoción de estilos de vida saludables dentro y fuera de las organizaciones.

Es cierto que queda mucho por recorrer, pero lo positivo es que ya se ha empezado y es además es un camino de no retorno.

En los siguientes enlaces se puede ampliar la información relativa al consumo de psicofármacos.

* población laboral: Empleada (trabajando actualmente o temporalmente ausentes) y en paro (con trabajo previo) de 16 a 64 años.

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