Repercusión en el ámbito laboral del consumo de cannabis
Autoría: María San Pedro y Fernando Ribas de Pina
Al hablar de conductas adicticas es frecuente obviar que la mayoría de las personas que inician un tratamiento se encuentra trabajando, y ese entorno laboral es un factor importante, tanto para el proceso adictivo como para su superación. El entorno laboral también puede ser un importante factor de protección frente a los procesos adictivos. Sin embargo, esta es una realidad poco aprovechada.
La Constitución Española, sobre todo en su artículo 40, resalta el deber de los poderes públicos por cuidar la seguridad e higiene en el trabajo y por lo tanto la de las personas que trabajan.
La Organización Internacional del Trabajo, en su documento “Tratamiento de cuestiones relacionadas con el alcohol y las drogas en el lugar de trabajo”, ofrece estrategias para evitar sus problemas y solucionar los que surjan.
El cannabis es la sustancia ilegal de mayor uso y con una edad de inicio más temprana, lo que nos obliga a pensar a sus repercusiones en la seguridad y la salud laboral.
Según los datos de la Encuesta 2019/2020 sobre consumo de sustancias psicoactivas en el ámbito laboral, el consumo de cannabis crece en toda la sociedad, pero más entre el personal laboral, situándose en el 10’9%.
Hablamos de una sustancia que genera adicción por lo que su consumo, como ocurre con el tabaco, pronto deja de ser voluntario. Uno de los argumentos repetidos por los partidarios de la legalización es el de las “libertades individuales”, lo que resulta paradójico cuando lo primero que desaparece en una adicción, es la libertad.
Según el informe de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC) publicado en junio de 2022, “La legalización del cannabis en Norteamérica parece haber aumentado su consumo diario, especialmente el de productos cannábicos potentes y sobre todo entre las personas adultas jóvenes. También se han reportado aumentos relacionados en personas con trastornos psiquiátricos, suicidios y hospitalizaciones”.
La legalización reduce la percepción del riesgo y facilita el acceso a la sustancia, dos de los factores de protección frente a las conductas adictivas. Cuando estos factores de protección desaparecen o al menos se reducen, el consumo se incrementa y se normaliza (una realidad que ya vivimos con la legalización de las apuestas deportivas).
El tetrahidrocannabinol (THC) es una sustancia psicoactiva, con capacidad adictiva que genera los efectos buscados en el consumo recreativo del cannabis y cuya concentración se ha incrementado exponencialmente en las últimas décadas; ya no hablamos del 4% a 6% de THC que contenía a principios de este siglo, sino de concentraciones que superan el 20% y que llegan a acercarse, al 30%. Como consecuencia de dichas concentraciones, se han disparado los ingresos en las urgencias hospitalarias por intoxicaciones agudas de THC, ingresos que no se conocía hace veinte años y que se han igualado a los causados por la cocaína.
Repercusiones en el trabajo
Los efectos inmediatos del consumo de cannabis tienen una gran repercusión en las capacidades necesarias para desarrollar cualquier responsabilidad laboral. Los primeros síntomas son de relajación, somnolencia y sensación de lentitud en el paso del tiempo. Rápidamente la percepción se distorsiona y empeora el tiempo de reacción y la capacidad de mantener la atención; elaborar ideas y tomar decisiones se hace costoso y la coordinación se entorpece.
La siniestralidad y las lesiones son su vertiente más peligrosa pero no la única ya que la eficacia se ve afectada en cualquier trabajo. Y se va a exteriorizar en problemas como un trato inadecuado con clientes y proveedores, facturación y responsabilidades administrativas mal realizadas, fallos en la comunicación, menor productividad. La posibilidad del accidente nunca desaparece, sea desde un corte a caídas, así como el deterioro del clima laboral, creándose desconfianza y tensiones.
El malestar en los equipos de trabajo tiene una gran victima que es el apego, el sentido de pertenencia y la conexión con el ideario de la entidad. Al disminuir el apego, la imagen de la empresa se deteriora, puesto que más allá de sus productos, la principal tarjeta de presentación de una entidad es su plantilla. Cuando el apego disminuye, el interés por el trabajo bien realizado también se reduce y las bajas se cogen con más facilidad. Además de las mermas en la producción tendremos un incremento en la rotación del personal.
Las personas que dan positivo en cannabis tienen un 55% más de accidentes laborales, según un estudio publicado por C. Zwerling, J. Ryan y E.J. Orav en JAMA: The Journal of the American Medical Association, así como 85% más de lesiones y 75% más de absentismo.
Frente a estas dificultades, hay que tener en cuenta que los incrementos en el consumo de cannabis se dan en todas las franjas de edad, pero son mucho más frecuentes entre el personal más joven, al que le espera un recorrido laboral más largo, por lo que la franja en la que tener y crear problemas en los entornos de trabajo, es mayor.
El consumo de cannabis está presente en todas categorías ocupacionales, entre las que destaca el crecimiento entre la dirección y profesionales. Ha crecido en todos los sectores profesionales, siendo casi de 7 puntos en las actividades artísticas, recreativas y deportivas.
No hay que olvidarse de la siniestralidad en el tráfico, tanto in itinere como in misión.
En el informe sobre Hallazgos Toxicológicos en Víctimas Mortales de Accidentes de Tráfico realizado en 2020, en torno a la mitad de las personas fallecidas en turismos y camiones dieron positivo en alcohol u otras drogas, y entre estas el cannabis fue la segunda sustancia ilegal más consumida, muy cercana a la primera. La incidencia del consumo de cannabis en los accidentes de tráfico queda demostrada y está en crecimiento.
En Estados Unidos ya se están enfrentando a nuevas dificultades en los estados donde el consumo se ha legalizado, por ejemplo, cuando alguien no está en condiciones de desarrollar sus responsabilidades laborales, pero se encuentra amparado por la legislación sobre el cannabis. Estas personas suponen un riesgo de accidentes y reducen la productividad, pero a pesar de eso el marco legal es tan confuso que es difícil tomar decisiones.
Estrategias para incrementar la salud y seguridad
La Fundación SHRM (Sociedad para la Gestión de Recursos Humanos), realiza unos planteamientos básicos para la relación de los espacios de trabajo y el consumo de cannabis, entre los que destaco.
- No tolerar el consumo de cannabis en el trabajo, al igual que no se debe de tolerar el consumo de alcohol.
- Informar y asesorar a la plantilla sobre el consumo de cannabis y sus repercusiones en salud y seguridad.
- Capacitar a los mandos medios para detectar signos de incapacitación.
- Conocer el marco legal para poder establecer políticas adecuadas.
- Si se realizan pruebas de detención tener en cuenta la horquilla de tiempo en la que detecta la prueba elegida.
En torno al cannabis están surgiendo muchos mitos, por ello es fundamental una labor informativa clara y veraz sobre sus efectos y riesgos. El consumo de cannabis recreativo y en algunos casos también su consumo terapéutico, repercute en las capacidades personales y esta realidad ha de ser conocida y tenida en cuenta, tanto a nivel personal, social, laboral, como legislativo.
Hacen falta políticas de empresa consensuadas y claras, orientadas a la generación de salud y la seguridad, que prioricen la prevención y faciliten tratamientos de recuperación en los casos necesarios.