Triada de la negación
Demasiadas veces, frente una situación de reto y la tensión e incomodidad que puede generar, la respuesta termina siendo no hacer nada. Una respuesta que no suele satisfacernos, puesto que se suele elegir desde una presunción de incapacidad y para justificarnos necesitamos crear un argumentario, una serie de excusas que nos permitan sentirnos bien y reducir el cuestionamiento interior, defendiéndonos del cuestionamiento exterior.
Los argumentos, excusas y justificaciones pueden ser múltiples, pero básicamente se reducen a tres.
- Negar la existencia del problema o su gravedad. De esta forma no hay que hacer nada porque no hay motivo para hacerlo.
- Negar que la situación pueda cambiar. Las frases bajo las que se justifica son del estilo, “siempre ha sido así”, “es una realidad eterna”, “no se puede hacer nada”.
- Negar nuestra capacidad para conseguir mejorar la situación. Puesto que no podemos hacer nada efectivo, para qué vamos a empezar a hacer algo.
Frente al riesgo que suponen las conductas potencialmente adictivas, sean a sustancias o comportamentales, las excusas para no actuar también se ciñen a esta triada de la negación.
Niego que haya problemas, niego que se pueda hacer, y niego que yo pueda hacer algo. El resultado final va a ser el mismo, no se hace nada para reducir el riesgo y con él los daños. No se va a hacer nada para generar salud en esta área, y con ello todos los beneficios que pueden surgir.
En el mundo del trabajo esta triada de la negación tiene ejemplos muy reales y con ellos resultados evidentes. Vamos a ver algunos de ellos.
La negación de que hubiera un problema en el mundo del trabajo ha sido la respuesta histórica más habitual, «aquí no tenemos esos problemas, no hay necesidad de hacer nada«.
Este planteamiento tiene grandes errores. El primero, que estadísticamente las personas que trabajan tienen más consumos y más elevados que aquellas que no trabajan, en las mismas franjas de edad[1], y no solamente consumos ocasionales o de bajo riesgo. Evidencia de ello es que más del 78 % de las personas que pidieron realizar un tratamiento de superación de adicciones estaban trabajando de forma habitual en los últimos tres años. Datos confirmados por el Plan Nacional Sobre Drogas y por el Observatorio de la Asociación Proyecto Hombre[2].
El segundo es que la prevención está pensada para evitar los daños de un riesgo, no para tratarlos. No se entregan los cascos cuando ya se han roto las cabezas, ni se reparten los guantes anti-corte, cuando el personal ya ha perdido algunos dedos. La prevención es adelantarse reduciendo o anulando el riesgo. Igual con las conductas potencialmente adictivas.
El tercero es pensar que el problema se encuentra solo en las relaciones adictivas, cuando los abusos puntuales y los usos inadecuados, son responsables de innumerables incidentes y accidentes, así como de malestar entre la plantilla y empeoramiento del clima laboral. Abusos y usos frente a los que hace falta una labor de información y sensibilización, así como una labor de formación y reducción de los factores de riesgo.
La segunda gran justificación es negar la capacidad de cambio, es decir, afirmar que las adicciones no se pueden prevenir. Por fortuna las adicciones sí que se pueden prevenir, llevamos años haciéndolo y mejorando la eficacia de las acciones. La prevención actual se basa en la evidencia, en la experiencia contrastada y valorada, sus resultados se pueden medir y con ello conocer la estrategias más efectivas.
Además, los espacios de trabajo son los más adecuados para generar salud entre la población adulta, según reconoce la propia Organización Internacional del Trabajo (OIT). Las razones de esta realidad son múltiples, La similitud que confiere al conjunto de personas el hecho de trabajar en la misma empresa facilita que las estrategias y acciones sean mucho más eficaces y eficientes, la propia estructura de la empresa permite la continuidad en las acciones de prevención, así como la creación de normativas y sobre todo centrarse en la reducción de los factores de riesgo. Las adicciones, como cualquier otro riesgo, se pueden prevenir y por lo tanto reducir y hasta eliminar sus daños.
Y el tercer argumento de esta triada de la negación se viene a resumir en la frase de “yo no soy capaz”. Y este argumento tal vez sea verdad, pero solo en parte. Es muy posible que no tenga la formación ni las habilidades necesarias para desarrollar acciones de prevención sobre las conductas adictivas, pero de acuerdo con mis responsabilidades en la empresa tendré la capacidad de buscar a quienes sí que tengan esas capacidades, es decir a los especialistas en prevención de potenciales conductas adictivas en el ámbito laboral. Técnicos y técnicas que existimos y cada día somos más personas las que volcamos nuestra experiencia y profesionalidad en esta área. Con una largo bagaje en la intervención sobre las conductas adictivas, que nos retroalimentamos con una comunicación constante y una formación permanente.
En el caso de Proyecto Hombre contamos, además, con una respuesta coordinada en todo el territorio nacional; algo muy importante para empresas y entidades con una amplia distribución geográfica, ya que van a contar con la cercanía de los equipos profesionales, lo que supone más agilidad en las respuestas y economía en las inversiones.
Si quieres trabajar desde la prevención en tu ámbito laboral, te invitamos a conocer nuestra campaña #CuidaTuEquipoCuidaTuEmpresa
[1] https://pnsd.sanidad.gob.es/profesionales/sistemasInformacion/sistemaInformacion/pdf/2021_OEDA_InformeLaboral_2019_2020.pdf
[2] https://proyectohombre.es/informes-observatorio-y-estudios/